martes, 30 de abril de 2013


¿Ayudar con los deberes?

    Cuando los niños comienzan a traer deberes a casa nos preguntamos qué podemos y debemos hacer. ¿Tenemos que ayudarles a hacerlos? ¿Cómo conseguimos despegarnos de su lado mientras realizan sus tareas?
El curso avanza y cada semana la cantidad de conocimientos que deben manejar los niños aumenta considerablemente. Es necesario tenerlos bien afianzados para seguir avanzando. El trabajo diario es imprescindible para comprender y consolidar la información de las distintas asignaturas que se trabajan en clase y los niños deben adquirir desde el principio una rutina de estudio en consonancia con su edad.

Pero,
¿debemos ayudarles a hacer sus deberes? Hay madres que ven cómo sus hijos son incapaces de realizar sus tareas escolares si no están sentadas a su lado y según avanzan de curso las horas de estudio aumentan y las madres tienen que pasar cada vez más horas junto a sus hijos. ¿Qué se puede hacer ante esta situación?

1.
Actitud: Para empezar hay que iniciar a los niños en la rutina de los deberes y del estudio con una actitud positiva, consiguiendo que lo afronten como una tarea más del día a día y no como un problema. Igual que se lavan los dientes después de comer, hacen sus tareas cada tarde. Para ello hay que mostrarles que obtienen beneficios con el trabajo diario ya que así, manejarán con soltura los términos que aprenden en clase y cada vez les resultará más sencillo trabajar con ellos. 
2.
Un espacio para estudiar: Si no dormimos en el suelo y no comemos encima de la bañera, tampoco podemos hacer los deberes en cualquier sitio. Los niños necesitan un lugar donde realizar sus tareas, un lugar destinado para ello, ordenado y despejado, libre de distracciones para que puedan trabajar tranquilos. Eso no sólo facilitará su concentración sino que creará anclas positivas que les llevará a relacionar su escritorio con el estudio y la concentración de forma inconsciente. 
3.
Primero solos: Los niños tienen maestros en clase que les explican la materia y deben atender en cada asignatura. Así, cuando llevan tarea a casa siempre es sobre temas que ya han trabajado en el aula y que, en principio, ya han de haber comprendido. Por eso, los niños deben leer detenidamente el enunciado de los ejercicios y realizarlos solos favoreciendo de este modo su autonomía en el trabajo y en la resolución de problemas.
4. Supervisión y dudas: Que procuremos la autonomía de nuestros hijos no significa que no podamos ayudarlos. De hecho, si estamos a disposición de nuestros hijos y atendemos a sus preguntas, resolviendo sus dudas, los niños se sentirán reforzados. Sin embargo, nunca hemos de hacerles la tarea o darles las soluciones y sólo les ayudaremos cuando ellos nos lo pidan. Del mismo modo, podemos supervisar su trabajo comprobando que ya ha sido realizado, si bien no tenemos que corregirlo para que el profesor sepa cuál es el rendimiento del menor y si tiene bien asimilados los conocimientos con los que han trabajado. Siempre podemos felicitarles tanto por el trabajo bien hecho como por el esfuerzo realizado.
5.
Tutoría: En caso de que detectemos que nuestro hijo no ha comprendido algo concreto se lo podemos explicar. Sin embargo, si observamos que, en general, no entiende lo que estudian en clases debemos ponernos en contacto con el tutor o la tutora para diagnosticar el problema y saber si se trata de que el niño no presta atención en clase o es que existe algún problema de aprendizaje y el pequeño necesita algún tipo de apoyo.
6.
Descanso: El tiempo que los niños pueden estar concentrados es limitado, por eso no se trata de pasar toda la tarde frente al libro, sino de dedicar el tiempo imprescindible para realizar la tarea. Si ésta se alarga más de lo habitual hay que dejar unos minutos de descanso. El ocio y el juego libre es también muy importante para el desarrollo de los pequeños así que también deben formar parte de sus rutinas diarias.