viernes, 4 de abril de 2014


Remedios para combatir su mal humor


Nuestros hijos ya no son bebés y quieren comportarse como los niños mayores que son (o creen ser). Si les llevamos la contraria, ya no cogen rabietas de unos minutos, sino que se ponen de un humor insoportable.
Ha desaparecido la felicidad espontánea que tenían de bebés y a veces parece que el mal genio domina su personalidad. A los cinco y seis años, los niños ya quieren tomar sus propias decisiones. Si les contradecimos pueden volverse muy cabezones.
Cuanto más les negamos algo más lo quieren, ya que a través de estos gestos reafirman su propia identidad. Creen que no hay derecho a que los adultos les impongan las reglas. Han aprendido a encender la tele, comer solos o ponerse el pijama, pero tienen que hacerlo cuando un adulto se lo pide. "¡Qué injusto! Pues entonces voy y me enfado".

¡Cómo se ponen!

El carácter de tu hijo tiene mucho que ver con su forma de enfadarse, pero también influye mucho el entorno que en el que vive y la educación que recibe de sus padres.
·         Si en casa percibe comportamientos agresivos es probable que grite, arroje objetos, llore... Si los papás no hacen estas cosas, se limitará a poner malas caras y a encerrarse en sí mismo.
·         Si del mal humor pasa a los arrebatos, debemos zanjarlos con contundencia, especialmente si infringe las normas como pegar, insultar o romper.
·         Cuando no atienda a razones, podemos darle un tiempo muerto para que se tranquilice y reflexione sobre su mal comportamiento. Por ejemplo, mandarle a un rincón de la casa donde lo podamos ver, sentadito en una silla mirando hacia la pared, durante unos tres minutos (es buena idea que tenga un reloj a la vista para que no se desespere). Debe conseguir estarse quieto y relajarse.

Halagos en vez de reproches

·         Si tu hijo pasa por muchos episodios de mal genio al día es posible que quiera llamar tu atención. Está demostrado que los adultos prestan mayor atención a los niños cuando despliegan malos gestos que cuando no lo hacen.
·         Debemos reforzar el buen comportamiento del pequeño, diciéndole cosas como: "Me alegra mucho que hayas recogido tus juguetes del salón", o "vi que cuando se le cayó el osito a tu hermana se lo recogiste y se lo diste, fuiste muy amable". No hay que mezclar halago con crítica, diciendo cosas como: "Qué bien que hoy te laves los dientes sin rechistar, no como otras veces", en cuyo caso la frase pierde su efecto positivo.
·         Prestarle mayor atención a su buen comportamiento no significa que haya que ignorarle cuando esté de mal humor. Todos nos irritamos y no hay que reprimir esa sensación. La frustración y el enfado son parte del crecimiento. Por suerte, los malhumores de los niños se esfuman en cuanto aparece un estímulo más interesante.

Ideas de padres ingeniosos contra los malos humores de los niños
·         Vicente se enfada cuando no le salen los deberes o cuando lee algo y no lo entiende. Al principio, su madre intentaba calmarle pero él no se dejaba ayudar. Ahora le deja desfogarse un poquito antes intentar echarle una mano.
·         Cuando Irene se enfurruña no siempre sabe por qué ha sido, a veces porque ha pensado en algo malo, otras porque se aburre... Como es una niña introvertida, a su padre se le ocurrió darle papel y lápices para que dibujara su mal humor. Ahora tiene una colección preciosa de malos genios, oscuros, rojos y naranjas, con cara de conejo...
·         Hugo se pone de mal humor cuando tiene hambre, cuando no le dan lo que pide... Sus padres consiguen que se le pase haciéndole pensar en cosas buenas como lo bien que lo pasaron cuando fueron al parque acuático con los primos, en las últimas vacaciones o la megatarta que comieron en su cumpleaños y que pronto podrían preparar otra vez.
·         Cuando llega la hora de dormir, Julia enfurruña y se niega a irse a la cama. Su madre se lo avisa un ratito antes de la hora. Así se va haciendo a la idea poco a poco.

Enseñarles a valorar lo que tienen

·         Para ayudarles a encajar mejor los inconvenientes de la vida, es muy importante que le enseñes a ver el lado positivo de las cosas: "Te has peleado con tu amigo, pero cuando te reconcilies seréis aún más amigos".
·         Hay que hacerles ver la botella medio llena y no medio vacía, enseñarles a valorar lo que tienen, no lo que les falta, porque siempre les va a faltar algo.
·         Un problema puede tener muchas soluciones y los pequeños deben aprender a encontrar varias salidas. Siempre les podemos ayudar diciéndoles: "No podemos ir al cine, pero podemos hacer otra cosa en su lugar".
·         Los padres deben escuchar a sus hijos. Puede que el niño esté enfadado con razón: se le ha roto su muñeco, el profe ha sido injusto con él... En estos casos, no hay que silenciar su mal genio, sino mostrar empatía y enseñarle a sobrellevarlo.


miércoles, 2 de abril de 2014

Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo


AUTISMO INFANTIL


¿Y si mi hijo es autista?

El autismo es un trastorno en las capacidades de reconocimiento y comunicación social. Se caracteriza por patrones repetitivos de actividad y tendencia a la rutina.
¿Qué síntomas pueden indicar que un niño es autista? Existen algunos indicadores tempranos en eldesarrollo de los niños que hacen recomendable un estudio más exhaustivo para confirmar o descartar el autismo.
El diagnóstico precoz es particularmente importante: cuanto antes lo detectemos, antes podrá recibir el niño los cuidados y la estimulación que necesita.
La Confederación Autismo España, que agrupa a 70 entidades que trabajan con personas con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) y sus familias, señala ciertos indicadores en función de la edad del niño. Es un primer lugar fundamental al que acudir para resolver dudas y encontrar recursos y especialistas en tu zona.

Indicadores de que el niño puede presentar un trastorno del espectro del autismo (TEA):

Hacia los 12 meses

  • No balbucea.
  • No hace gestos como señalar, mostrar objetos o saludar.
  • No reconoce su nombre.

Hacia los 18 meses

  • No dice palabras sencillas.

Entre los 18 y los 36 meses:

  • Sordera aparente, no responde a las llamadas e indicaciones. Parece que oye algunas cosas y otras no.
  • No persigue por la casa a los miembros de la familia ni alza los brazos cuando está en la cuna para que le cojan. Parece que nos ignora.
  • Cuando se le recoge de la cuna o el parque no sonríe ni se alegra de ver al adulto.
  • No señala con el dedo y mira al adulto para comprobar que éste está también mirando donde él señala.
  • No señala con el dedo para compartir experiencias ni para pedir.
  • Tiene dificultades con el contacto ocular, casi nunca lo hace y cuando mira hay veces que parece que "atraviese con la mirada" como si no hubiera nada delante de él.
  • No mira a las personas ni lo que están haciendo.
  • Cuando se cae no llora y no busca consuelo.
  • Es excesivamente independiente.
  • Reacciona desproporcionadamente a algunos estímulos (es muy sensible a algunos sonidos o texturas).
  • No reacciona cuando se le llama por su nombre.
  • Prefiere jugar solo.
  • No dice adiós.
  • No sabe jugar con los juguetes.

A partir de los 36 meses:

  • Tiende a ignorar a los niños de su edad, no juega con ellos ni busca interacción.
  • Presenta un juego repetitivo y utiliza objetos y juegos de manera inapropiada, ejemplo: gira constantemente los objetos, juega con trocitos de papel delante de los ojos, alinea objetos...
  • Puede presentar movimientos esteriotipados o repetitivos como aleteo con las manos, saltitos, balanceo... camina de puntillas.
  • Ausencia de lenguaje, o éste es repetitivo y sin significado aparente con tono de voz inapropiado. No dice cosas que antes decía.
  • No existe imitación.
  • Evita la mirada y el contacto.
  • Parece cómodo cuando está solo y tiene problemas para aceptar cambios en su rutina.
  • Tiene apego inusual a ciertos objetos.
  • Tiene muchas rabietas.
  • Está en su mundo.

Es imprescindible la evaluación por parte del especialista si el niño:

  • No balbucea o no hace gestos de interacción con 12 meses.
  • No dice palabras aisladas con 16 meses.
  • No dice frases completas con 24 meses.
  • Cualquier regresión o pérdida de habilidades adquiridas a cualquier edad.

Por: Belén Juan