Claves para ser una familia feliz
Debes evitar que el estrés te impida estar al lado de los tuyos.
Para que la familia esté unida es muy importante pasar
tiempo tiempo juntos. Disfrutar del ocio te ayudará a unirte a ellos, pero
también lo hará compartir tareas y obligaciones.
1. Conocer lo que nos hace bien
Cuando las cosas no marchan sobre
ruedas, es el momento de tirar de nuestras reservas de energía.
Parece una tontería, pero si lo
probamos, nos sorprenderá el resultado: pongamos a los niños a
hacer un póster sobre "lo me hace bien cuando me va mal". Necesitas una cartulina grande, papel, colores, un pincel, revistas,
catálogos, pegamento y tijeras. El niño puede pegar en la cartulina recortes de
todo lo que le hace feliz, o bien puede pintarlo.
Es muy importante no interferir cuando
el pequeño busca cómo relajarse. Cada uno tiene que averiguar por sí mismo lo
que le hace bien. Por cierto, tampoco estaría nada mal que los padres también
se fabricaran un póster de "lo que me hace bien cuando me va mal".
2. Expresar los sentimientos
La rabia, el dolor y la tristeza de los
niños no desaparecen solos, aunque a los padres nos gustaría que fuera así de
fácil. De hecho, sucede todo lo contrario, a veces, si los ignoramos estos
sentimientos se vuelven más intensos, y para todos los implicados será más
difícil manejarlos. Debemos:
·
Aceptar los sentimientos de nuestro hijo e intentar comprender por qué se siente así. Puede que esté estresado
porque le exigen mucho en el cole, por problemas con
sus amigos o porque no tiene suficientes cosas en su vida que le alegren la
existencia.
·
Pensar en nuestras propias experiencias nos ayudará a
entender cómo se siente. Hay que hacerle saber que le
comprendemos y nos solidarizamos con él, pero sin caer en la tentación de darle
consejos.
·
Cuando se haya calmado, intentaremos encontrar formas adecuadas
para expresar esos sentimientos. Por ejemplo, si al
pelearse con un amigo, nuestro hijo se ha disgustado tanto que le ha dado una
patada, le ayudaremos a superar el sentimiento de rabia y le indicaremos cómo
comportarse mejor la próxima vez.
Aunque a veces nos parezca que nuestros hijos se pelean constantemente, la mayoría de las
veces es mejor no entrometerse y dejarles arreglar solos sus problemas. Los niños que tienen
libertad para arreglar sus diferencias, aprenden antes a imponerse, a negociar
y a hacer las paces. Estos son algunos consejos que te pueden ayudar:
·
Quédate fuera de su campo visual. Así, evitarás las peleas "de mentira", en las que los niños
pueden hacerse daño solo para provocar la intervención de un adulto.
·
Cuando uno de los hermanos siempre sale perdiendo
debes actuar. En ese caso debes confirmar al más
fuerte su superioridad física y enseñarle a usar su fuerza para ayudar a los
demás, no para imponer su voluntad.
·
Conviene que cada niño tenga su propio círculo de amigos. Los hermanos pueden
jugar juntos, pero no tienen por qué hacerlo.
·
Es importante dedicar a cada uno de los niños, como
mínimo, una hora y media en exclusiva a la semana. El niño debe darse cuenta de que ese tiempo es solo para él, aunque hagamos
alguna tarea mientras tanto. Esta dedicación hará que se sienta más querido y
le aportará equilibrio emocional.
4. Confiar en las facultades de los niños
Debemos pensar muy bien si es
estrictamente necesario decir "no". Si no es realmente adecuado, es
mejor dejar hacer al niño. Te sorprenderá lo bien que se arregla solo y cuánto
sosiego aporta esta regla a nuestras vidas.
El día de su cumpleaños sería un bonito regalo escribir a
nuestro hijo una carta relatando los acontecimientos más importantes, sus
progresos y sus actividades favoritas a lo largo de todo el año. De esta
manera, el niño tendrá una versión muy individual de la historia de su vida. Al
cumplir los 18 años, como regalo especial, podemos encuadernar todas las cartas
en forma de libro.
Haz una lista de los trabajos domésticos
y dale una copia a cada miembro de la familia. Al lado de cada tarea, escribirá
su nombre la persona que decida asumirla.
Cada uno anota junto al trabajo si...
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Le gusta.
·
No le gusta demasiado.
·
No le gusta en absoluto.
Todos los miembros de la familia deben
dar su opinión y valorar los trabajos que ellos no han marcado.Es el momento de
intercambiar tareas o llegar a acuerdos. En cuanto a los trabajos que nadie
quiere hacer, se recomienda establecer turnos. Podéis cambiar las tareas cada
determinado tiempo para que pasen por todos sin que nadie se sienta
discriminado por ser el único al que le ha tocado.
Se llega a un acuerdo en cuanto al
periodo de tiempo para asumir las nuevas tareas. Después se intercambian
opiniones y, si fuese necesario, se fijan cambios y mejoras.
A los niños les costará menos cumplir
con lo acordado si el grado de dificultad de las tareas sube de vez en cuando,
esto es, no mandarles siempre las cosas como sacar la basura o secar los
platos. A muchos les resultan más atractivas las tareas de más responsabilidad,
como poner y vaciar la lavadora, cuidar las plantas o cocinar.También les
encanta todo relacionado con las cuentas y el dinero.
7. Aliviar las penas
infantiles
Los juegos de rol pueden enseñar a
nuestros hijos a afrontar las situaciones difíciles de la vida. Para ello,
relata de forma breve una situación algo complicada, similar a la que en
estos momentos inquieta al niño. Puedes cambiar los nombres de las personas o
lugares implicados para que sea más abstracto.
Por ejemplo: "Vamos a jugar al
recreo. Tú eres un chico al que le encantaría jugar al fútbol, pero el balón
es mío y no quiero que juegues con nosotros. ¿Qué harías?"
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8. Sobrellevar el aburrimiento
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El aburrimiento forma parte de la rutina diaria de los niños. Nuestro papel consiste en pasar esos
ratos junto a ellos.
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Esos periodos en los que no se sabe qué hacer dan
mucho juego para ser creativos, pero eso no quiere
decir que sean fáciles: el aburrimiento provoca sentimientos desagradables y
pone a los niños nerviosos y quejicas.
·
Si tu pequeño es capaz de soportar la tensión interior, finalmente
intentará remediar la situación por sí mismo.
·
De estos ratitos puede surgir cosas tan extraordinarias como una casa de
muñecas de varios pisos hecha con cajas de zapatos.
En el día a día de la educación de los
hijos hay que reaccionar con rapidez. Te ofrecemos algunas ayudas simbólicas
que te pueden orientar:
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Tener siempre una brújula a mano. Nos indica la dirección y mantiene el rumbo educativo incluso en momentos
de alta tensión. Para disponer de ella debemos fijar las metas educativas y de
relación que queremos conseguir y pensar qué camino nos puede llevar hacia esa
meta.
·
Pulsar el botón de pausa. En teoría, significa actuar conscientemente en lugar de reaccionar de forma
automática. En la práctica equivale a esperar un momento y preguntarse: ¿Qué
está pasando aquí? ¿Cómo debería reaccionar yo?.
10. Establecer la base del orden
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La palabra "primero" es esencial en la
educación. "Antes de jugar en el salón, recoge
primero los juguetes de tu cuarto". "Antes de salir, primero hay que
ponerse las botas". Con este tipo de instrucciones ayudamos a nuestro hijo
a organizar su vida diaria y a saber en qué orden hacer la tareas.
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Lógicamente, la pregunta es saber cuánto tiempo tiene que pasar hasta que
la estructura correspondiente se haya formado en la cabeza del niño. Esta
estructura organizativa no se fijará en la cabeza del niño hasta que sea mayor
porque la parte del cerebro que contiene funciones como planificar, organizar,
tomar decisiones y fijar prioridades es la última que se desarrolla.
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Por eso, hasta entonces, no nos quedará más remedio que insistir y
repetirles todos los días lo mismo